La existencia de cuevas y abrigos naturales con abundantes restos y
pinturas rupestres en todo el Campo de Gibraltar nos indica la existencia de asentamientos humanos que se remontan al
Paleolítico. Jimena de la Frontera no es una excepción, en ella se destacan la pintura del abrigo de Laja, con únicas escenas marítimas de la
Edad de Bronce en la
península ibérica.
Suele identificarse con Jimena la antigua ciudad de fundación
fenicia de
Oba, conocida por sus acuñaciones de monedas en alfabeto libio-fenicio. En el castillo de Jimena aparecen epígrafes con la
"res publica Obensis". Dicho nombre se mantiene en época romana. Durante este periodo, Jimena se desarrolló como centro comercial y estratégico. La situación de la villa, al abrigo del interior pero razonablemente cercana al
estrecho de Gibraltar, ha hecho que su funcionalidad estratégica fuera explotada por los diferentes pueblos que la han poblado. Así, tras la
caída del Imperio romano, el emplazamiento sirvió de puesto defensivo y de vigilancia del Estrecho para los
visigodos, que la perderán para pasar a
manos bizantinas en el
siglo VI.
La llegada de los musulmanes en el
siglo VIII no alteró esta situación. Los conquistadores llevan a cabo una serie de actuaciones para reforzar el enclave, ya denominado
Xemina (del que derivaría el nombre cristiano de
Ximena y posteriormente
Jimena), construyéndose una nueva fortificación. La ciudad estuvo en manos de los
benimerines, hasta que en
1319, Ismail I la cedió de nuevo, junto a otras, al
reino nazarí de Granada a cambio de ayuda frente a los avances cristianos.
Castillo y Ruinas de Jimena
La Guerra de la Independencia Española tiene a Jimena como escenario de batallas, con desastrosas consecuencias, pérdidas humanas y del patrimonio histórico local (como por ejemplo, la pérdida de los archivos municipales durante la invasión francesa).
Tras dicho conflicto, el
siglo XIX transcurre entre sobresaltos, como el pronunciamiento de
Riego en
1820, protagonizado en Jimena por el Batallón "Príncipe", una de los primeros en sublevarse y con sede en la localidad. Aparte de esto, dos acontecimientos determinaron el dasarrollo de la villa: el decreto de supresión de los
señoríos en
1837, que supuso la independencia del poder ducal y el nombramiento de ciudad por el rey
Alfonso XII de España en
1879.
La consideración inicial de San Pablo de Buceite y San Martín del Tesorillo como pueblos hay que buscarla concretamente en el año
1869, cuando son vendidas las fincas de Buceite y Montenegral Bajo, donde se integran estos núcleos de población, por parte del duque de Medina-Sidonia al
marqués de Larios.
Entre
1875 y
1879 se constituyen las Colonias Rurales de Buceite y Tesorillo. A finales del siglo pasado, en
1887, las propiedades de los herederos del marqués de Larios entran a formar parte de la Sociedad Industrial y Agrícola del Guadiaro, comenzando a denominarse San Pablo de Buceite y San Martín del Tesorillo.
En los
años 30, la
Sociedad Industrial y Agrícola de Guadiaro es comprada por Juan March Ordinas, empresario Mallorquín y banquero (Banca March), quien en
1944 decide la desintegración del latifundio para pasar a manos de pequeños propietarios que se mantienen hasta nuestros días.
Declarado bien de interés cultural con la categoría de Monumento en
1931, es el edificio emblemático por excelencia de la ciudad. La fortaleza, probablemente levantada sobre las ruinas de la ciudad antigua de Oba y que por su fácil defensa y localización estratégica, en especial en época de la dominación musulmana y sobre todo, por su posición fronteriza, cobrará su máximo esplendor.
El castillo fue tomado por los jerezanos en
1430, reconquistado por los granadinos en
1451 y definitivamente integrado a la Corona en
1456.
Declarada conjunto histórico artístico en
1983 por el Estado y ratificado por decreto 84/2004 de la Junta de Andalucía, el patrimonio artístico y monumental de Jimena de la Frontera es extenso
Coronando la ciudad y muy próxima al castillo, extramuros, existen restos de la iglesia gótica de la Misericordia: los muros, la bóveda, con crucería de piedra y plementos de ladrillo, además del arco toral ojival. Esta iglesia de una única nave se renovaría durante el siglo XVI, dados los detalles renacentistas con que cuenta como las semicolumnas del interior con capiteles jónicos, sobre las que descansan arcos de medio punto. Destacan en su arquitectura, su severa portada,
Consta de una muralla irregular alargada para adaptarse al terreno de la cima. Con
atalayas dispuestas por trechos, destaca el conjunto de la
Torre del Reloj (o Albarrán), con un arco acodado de ingreso y aljibes de diferentes épocas.
También sobresale el
Alcázar, muy reformado tras la toma cristiana, con su airosa y circular
Torre del Homenaje, de 13 m (la más alta del conjunto), que en su interior, oculta otra anterior, de planta poligonal.
A espaldas del castillo, existen restos en planta, probablemente de una iglesia mozárabe labrada en roca viva.
El Baño de la Reina Mora tiene forma de pileta, por lo que ha adoptado este nombre legendario. Lo más probable es que se trate de una pila bautismal de tamaño natural para el bautismo por inmersión, práctica muy común entre los cristianos tempranos.
A la izquierda del "Baño", en una pared vertical de la roca, se encuentran cuatro grandes nichos, tres triangulares y uno cuadrangular. Encima de este último se ven tres nichos pequeños.
Se trata de otra iglesia mozárabe, similares a las rupestres encontradas en
Ronda. Es probable que el nicho cuadrangular fuera el
altar y los demás fueran para recibir objetos de culto.
La muralla al lado sur, con más de un metro y medio de espesor, sería el cimiento del muro izquierdo de la nave de la iglesia, ya que del muro derecho no queda nada.
Quedan restos de esta empresa a orillas del río Guadiaro, una fábrica que no llegó a funcionar en la finca conocida como La Fábrica de las Bombas. A orillas del Hozgarganta, en La Pasada de Alcalá, se levantan los restos más significativos, como el murallón.
Pueden considerarse como los segundos altos hornos andaluces, tras el próximo de Cartajima. Surgen por el empeño puesto por Eduardo Boyetet, quien propuso al monarca Carlos III la fundición de artillería en la zona en 1761.
Enclavada entre la Sierra de Ronda y la Bahía de Algeciras, su fortaleza domina el cerro sobre el que va descendiendo El blanco caserío. Poblada desde la Prehistoria, en el Yacimiento de la Laja Alta se conservan pinturas rupestres que son el único ejemplo de escenas marítimas del Bronce en España. Con la invasión musulmana, Jimena se refuerza para servir de enclave estratégico. Su legado patrimonial está encabezado por su castillo de los ss. XIII-XIV (Bien de Interés Cultural). Además de las murallas almenadas destacan la Torre del Homenaje, la Torre Albarrana, los Aljibes y puertas de entrada como el Arco del Reloj. Detrás del castillo se encuentra el Baño de la Reina Mora. Otras joyas de su arquitectura religiosa son la Iglesia de Nuestra Señora de la Victoria, el campanario de la Iglesia de Santa María la Coronada, la Iglesia de la Misericordia y, en las afueras el Santuario de Nuestra Señora de los Ángeles (ss.XV-XVII).
La ciudad acoge dos eventos culturales de gran relevancia. El primero de ellos es el Festival Internacional de Música (julio), que sorprenderá por la calidad de sus participantes y los escenarios en espacios naturales y en el magnífico Conjunto Histórico de la villa. Hay que resaltar también el Festival Flamenco de la Estación de Jimena.